Muchas veces opinamos que para formar jugadores necesitamos personas formadas . La formación proviene de dos grandes vertientes principalmente como se pueden imaginar y que de alguna forma constituye el conocimiento para forjarnos como personas formadoras en el ámbito que nos toca.
Estas dos vertientes son: la experiencia y el conocimiento. Una es indivisible e intransferible entre personas ya que a pesar de que nos adviertan o nos muestres debemos vivir dichas acciones, tomas de decisiones, intervenciones , situaciones para poder llegar a ser alguien con maestría o destreza. Por otra, está el conocimiento, proveniente también de la primera (si se sacan conclusiones, se reflexiona sobre ellas y se atajan los problemas acaecidos con anterioridad) y por supuesto del profundo estudio. Y digo profundo porque ya no vale cualquier información... La información de calidad es aquella que proviene de un problema ya sea de la vida real (por ejemplo: el entrenamiento) o bien de un problema idealizado ( por ejemplo: proveniente del estudio , de reflexiones , de debates...). Poner en práctica dicha información y retroalimentar el estado inicial de la información nos proporcionará conclusiones efectivas y muy sólidas para poder seguir con el proceso de formación.
La madurez del formador concurre, una vez que observamos , experimentamos , evaluamos e implementamos entrenamientos y partidos con acciones propias y con el pleno convencimiento - si es posible , de la mano de la ciencia ( el mejor filtro conocido hasta ahora para saber que puede llegar a ser mas efectivo o no)- de que esa es la línea a seguir. Será una línea propia , producida por uno. Y eso garantiza el éxito ya que el formador tiene el conocimiento al que llegó pero la sabiduría de saber que tiene que escuchar, aprender y formarse toda la vida .
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